Transitamos por la vida eligiendo. Eligiendo en cada momento lo que queremos destacar u ocultar. Dualidad constante en función de lo que hace crecer o destacar a la persona que nos han dicho que éramos. Y un día, de repente, sentimos el peso de esa carga, sentimos a la gravedad diciendo que todo eso es de ella, que no nos pertenece.
Y tenemos que buscar la fuerza que no sabíamos que existía. La fuerza que eleva, equilibra, que funciona hacia arriba y acompaña en el descenso.
Ese momento justo es el instante en el que nos reconocemos, cuando ya no importa tanto lo que digan, cuando ser es Ser y las expectativas de l@s otros dejan de ser las nuestras.
Calma. Serenidad. Encuentro. Silencio. Ligereza.
Y descenso. Esa fuerza que ya no es nuestra; entrega nueva, mirada que no quiere colocarSe en primer término, que enfoca en ese todo que es nada que no sea espacio. Espacio sin tiempo. Espacio con aire.
Y la tierra. De nuevo el entorno. De nuevo la elección que sabe que si en primer término está la nada, recogemos luz.
Ahora lo tienes Todo delante.