(Imagen Anke Merzbach)
Vidas enteras de ignorancia nos han llevado a identificar la totalidad de nuestro ser con el ego. Su mayor triunfo es persuadirnos para que creamos que sus intereses y conveniencias son los nuestros, e incluso para que identifiquemos nuestra supervivencia con la suya. La ironía es feroz, si consideramos que es precisamente el ego y su aferramiento lo que se halla en la raíz de todo nuestro sufrimiento.
Sin embargo, el ego es tan convincente, y hace tanto tiempo que nos tiene engañados, que la sola idea de vivir sin él nos aterroriza. Carecer de ego, nos susurra, es perderse la intensa aventura de ser humano, verse reducido a un robot insípido o a un vegetal sin cerebro. 
Sogyal Rimpoché

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