Un estudiante se quejaba en cierta ocasión ante Bankei:
– Maestro, tengo muy mal temperamento. ¿Cómo podría controlarlo?
– Tienes algo muy raro –replicó Bankei. Déjame verlo.
– No puedo enseñarlo en este momento –dijo el otro.
– ¿Cuándo podrás hacerlo? –preguntó Bankei.
– Surge de improviso –contestó el estudiante.
Entonces –concluyó el maestro- no debe ser tu propia naturaleza. Si lo fuera, podrías enseñármelo cuando quieras. No lo llevabas contigo cuando naciste, y tus padres no te lo dieron. Piensa en ello.

WOW! Es cierto. Qué pena ir dejando tanta inocencia. Me enseñaron a rezar (que no orar) para las noches de mi primera infancia. Eran rezos al irse a dormir… cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angelitos que me acompañan, que me dicen…Montse, duerme y reposa, no tengas miedo de ninguna cosa… o Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me dejes sola, que me perdería. Y venia el sueño, la calma, la paz… Ahora se podría decir que preciso de otros rituales para lograr un descanso reparador, pero sobretodo me dejo llevar hacia el sueño.Abrazos,Montse.